Ser emprendedor o no – Una mirada al emprendedurismo

by | 27 Jul 2019 | Emprender, Remax

Ser emprendedor o no – Una mirada al emprendedurismo

¿Qué significa ser emprendedor? ¿Es mejor ser emprendedor que estar en relación de dependencia? ¿Es para mí?

Si buscamos en el diccionario la definición de “emprendedor”, encontramos la siguiente:

Emprendedor: “Quien tiene decisión e iniciativa para realizar acciones que son difíciles o entrañan algún riesgo.”

De esta definición se desprenden varias cualidades de un emprendedor:

  • “tiene decisión e iniciativa”: claramente estas dos cuestiones están presentes en un emprendedor, pues nadie sin iniciativa puede emprender. La iniciativa le da nacimiento a todo emprendimiento.
  • “acciones que son difíciles o entrañan algún riesgo”: si no nos gusta lo difícil, si preferimos las cosas fáciles, emprender no es para nosotros. Y si le tenemos fobia a los riesgos, mejor no embarcarnos en ningún emprendimiento. Emprender implica arriesgar, indefectiblemente, nos guste o no.

Siempre que nos lancemos a un proyecto cuya suerte depende casi exclusivamente de nosotros, estamos emprendiendo. Sea exportar vinos a Europa, fabricar ropa, abrir un local de comidas, asociarnos como agentes autónomos a un sistema inmobiliario o lanzar una plataforma de ventas online. Todo esto implica arriesgar dinero, tiempo y energía, riesgos que casi no existen en un trabajo en relación de dependencia, dado que el riesgo empresario aquí recae sobre el propietario de la compañía. La parte buena es que cuando las cosas salen bien, salimos ganando. A mayor riesgo mayor ganancia, podría decirse.

Emprender requiere coraje. El emprendedurismo supone un riesgo en favor de un beneficio.

El emprendedor nunca logra alcanzar la estabilidad de quien a fin de mes recibirá indefectiblemente una remuneración. Y es sencillo, quien emprende tiene absolutamente toda la responsabilidad apuntada en su acción. En su propio manejo del tiempo. En sus propios estudios de mercado.

Al emprendedor nadie le dirá a qué hora tiene que ingresar ni a qué hora deberá retirarse. Nadie le dirá cómo tiene que hacer las cosas. Por lo tanto, y creo que aquí está el sabor más dulce de ser emprendedor, el éxito o fracaso estará dado por su propia acción o inacción; por su orden; por su disciplina, sus hábitos y su actitud. Cómo una suerte de eslabones perfectamente encadenados. Sin dudas de esto se desprende que a diferencia de un trabajo en relación de dependencia donde el techo estará dado por alguien más, y en cuyo caso sólo podemos aceptar ese techo o decidir buscar un techo alternativo, el emprendedor no tiene techo. Pero puede eventualmente encontrarse muy por debajo de lo esperado si sus decisiones o acciones no fueron las correctas. Será entonces cuando se encontrará frente a la situación de tener que reestructurar su plan de acción o decidir que emprender no está quizás en su naturaleza.

Todo esto nos lleva a una pregunta. ¿Cualquier persona puede emprender? Y yo creo que no cualquier persona puede hacerlo. Pero sí toda persona con el deseo de embarcarse en esta aventura, puede desarrollar una mentalidad emprendedora. ¿Y por qué digo mentalidad emprendedora? Porque el cambio debe nacer en nuestra cabeza. Debemos romper esos esquemas y esos patrones adquiridos. No nos enseñan y no nos preparan para emprender. Ni en la escuela, ni en los hogares. Aunque debo reconocer que cada vez estamos más cerca de modificar esa base y cada vez más la tendencia está siendo la de formar emprendedores.

Un emprendedor debe y necesita leer, entrenarse y formarse. Necesita prepararse para autogestionar no solo sus acciones sino también sus emociones, y este punto es quizás el más difícil.

Debe estar preparado mentalmente para aprender, para recetarse, para reciclar. Para que la mirada externa sea de aprobación y elogio y también de crítica y desaprobación.

Debe creer fuertemente es su proyecto. Tener una misión y una visión clara y transmitirla a todos aquellos con quienes va a transitar este viaje. Debe generar una cultura y saber propagarla, porque absolutamente nada le será dado más que algunas cuestiones comunes que resultarán una suerte de ABC.

Emprender con un fin, con una convicción, con una estrategia, con una estrategia alternativa. Emprender con un plan financiero, con un plan de contingencia por si las cosas no salen tal y como la esperábamos. No nos educan para emprender, y cuando digo emprender no digo salir a hacer cualquier cosa con el fin de independizarme. Puedo ser creativo, innovador. Lo que no puedo es no prever. No tener herramientas ni hacer camino al andar dependiendo de mi buena suerte.

Por último, diría que hay una parte que no es técnica pero es elemental. El ingrediente que no puede faltar para crecer y reinventarnos permanentemente. Además de la formación y todos los tecnicismos que vengo describiendo, para emprender es necesario poner el corazón. No creo que ningún emprendedor exitoso lo haya logrado sin pasión. La pasión debe ser el combustible cada mañana.

Así que si estás por emprender, te sugiero comenzar por este final, primero la pasión y luego diseñar el qué, el cómo y él para qué.

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